YA EN LA SALA CÁLIDA......De la Piel del Diablo
Las nubes fueron palabras,
era un verbo subjuntivo,
era un dolor impulsivo,
un imposible milagro,
una pena, un descalabro,
era un procaz adjetivo.
En un raro abracadabra
era un mal superlativo
sin nombre ni apelativo,
un frío invierno en Moscú,
muñeca sin canesú
de impronunciable apellido,
una víbora hocicuda,
un ácido corrosivo
en su quemar posesivo,
era una mierda confesa
envuelta en sabor a fresa,
fui de sus besos cautivo.
Era una mente inconexa
de comercio vomitivo
era abrazo radiactivo
con quien viví lo peor
creyendo que era el mejor
en el regazo ilusivo
de una serpiente rastrera
que un día fue mi objetivo
para al otro haberlo sido,
una culebra bastarda,
una zorra de piel parda,
un pobre verso perdido,
desgarro del corazón
de su devenir fingido,
un maloliente partido
con su diente envenenado,
un aberrante bocado
que no debió ser parido.
Después de hacerte gozar
era el cuerno de un venado
retorcido en mi costado,
era mala hasta rabiar,
criatura peculiar
de mi imperfecto pasado.
Inocente iconoclasta
me restregué en su pecado
como un dios acobardado
a quien morocha tintada
le propinacruel pedrada
dejándole anonadado.
Gerundio para el amor
nunca me quiso de veras
y se convirtió en un era
la que entre halago y halago
me invitó a probar el trago
de su frenesí de cera.
Tan bella como un pincel
aquella impostora hada,
de esencia milimetrada,
era un fuerte decapante
devastando en un instante
un alma desesperada.
No acerté su lotería,
me conminó a ser valiente,
ella la más indecente,
lo poco que hubo bonito
quedó preso en un cuartito
de su charco pestilente.
Piedra que adornó el camino
sin bondad que proveer,
no brillaba en su quehacer,
ni sé donde se escondía,
me dio lo que prometía
su nocivo proceder,
y antes de echar a correr
me mecí sobre su vuelo,
me elevé cayendo al suelo
en el instante preciso
que media de inciso a inciso
de un esquivo mal consuelo.
Escapé de su estulticia
entre dolor y valor,
cruce el oscuro color
en modo superviviente,
nunca ha brotado simiente
de tan destructiva flor.
De manera racional
marché de aquel sucio establo
sin pronunciar ni un vocablo,
miré atrás y pude ver
como envolvía su ser
la ambigua piel del diablo.
Juan E. Uceda
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De la Piel del diablo
YA EN LA SALA CÁLIDA......De la Piel del Diablo
Las nubes fueron palabras,
era un verbo subjuntivo,
era un dolor impulsivo,
un imposible milagro,
una pena, un descalabro,
era un procaz adjetivo.
En un raro abracadabra
era un mal superlativo
sin nombre ni apelativo,
un frío invierno en Moscú,
muñeca sin canesú
de impronunciable apellido,
una víbora hocicuda,
un ácido corrosivo
en su quemar posesivo,
era una mierda confesa
envuelta en sabor a fresa,
fui de sus besos cautivo.
Era una mente inconexa
de comercio vomitivo
era abrazo radiactivo
con quien viví lo peor
creyendo que era el mejor
en el regazo ilusivo
de una serpiente rastrera
que un día fue mi objetivo
para al otro haberlo sido,
una culebra bastarda,
una zorra de piel parda,
un pobre verso perdido,
desgarro del corazón
de su devenir fingido,
un maloliente partido
con su diente envenenado,
un aberrante bocado
que no debió ser parido.
Después de hacerte gozar
era el cuerno de un venado
retorcido en mi costado,
era mala hasta rabiar,
criatura peculiar
de mi imperfecto pasado.
Inocente iconoclasta
me restregué en su pecado
como un dios acobardado
a quien morocha tintada
le propinacruel pedrada
dejándole anonadado.
Gerundio para el amor
nunca me quiso de veras
y se convirtió en un era
la que entre halago y halago
me invitó a probar el trago
de su frenesí de cera.
Tan bella como un pincel
aquella impostora hada,
de esencia milimetrada,
era un fuerte decapante
devastando en un instante
un alma desesperada.
No acerté su lotería,
me conminó a ser valiente,
ella la más indecente,
lo poco que hubo bonito
quedó preso en un cuartito
de su charco pestilente.
Piedra que adornó el camino
sin bondad que proveer,
no brillaba en su quehacer,
ni sé donde se escondía,
me dio lo que prometía
su nocivo proceder,
y antes de echar a correr
me mecí sobre su vuelo,
me elevé cayendo al suelo
en el instante preciso
que media de inciso a inciso
de un esquivo mal consuelo.
Escapé de su estulticia
entre dolor y valor,
cruce el oscuro color
en modo superviviente,
nunca ha brotado simiente
de tan destructiva flor.
De manera racional
marché de aquel sucio establo
sin pronunciar ni un vocablo,
miré atrás y pude ver
como envolvía su ser
la ambigua piel del diablo.
Juan E. Uceda